-No hay mucho que decir. No hay mucho que contar. No hay mucho que pensar. Los días pasan, sin rumbo. Sin saber a donde van. El tiempo, las horas, los minutos, los segundo, hasta las mismísimas milésimas, lo acompañan. Te sientas y observas por un instante lo que tienes a tu alrededor. Casas, árboles, parques, personas con sus mascotas, tráfico, mucho tráfico, ríos, montañas... Por mucho que mires siempre lo mismo, uno no se cansa. Aprendes a apreciar lo que tienes, el lugar donde vives y sobre todo, la gente que te rodea.
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